lunes, 12 de mayo de 2008

Relato de fricción


Hola... ¿Me siento? ¿Sí? ¡oh! Como en la tele... nunca me había tumbado en un diván... es cómodo... aunque no me gusta que se ponga a mis espaldas... cuando hablo con alguien me gusta verle la cara... realmente no sé que hago aquí... si yo estoy bien, en serio, sé que estará cansada de que la gente psicotizáda le diga que está sana, pero oiga, yo estoy bien.

Antes no.

Y no piense que he hecho algo para curarme, ni mucho menos. Dicen que el tiempo es la mejor medicina y es cierto. Al final el tiempo me ha dado lo que durante meses he pedido a gritos... y ahora... bueno... me siento libre, es cierto, pero también asquerosamente vacío. Como quien se quita de fumar pero echa de menos un cigarrillo tras un buen polvo.

Aun sin verla la cara, cosa que me jode, repito, se que está sonriendo, pensando que ya no siento en mi alma lo que la desquiciaba... no se equivoque... no es que no ame, es que ya no existe quien amo.

Pero sigo amando con todo lo que se puede amar y así seguirá, aquel cuerpo, aquella historia que lejos de ser circunstancial es atemporal. Es fantástico no necesitar, ahora, a nadie para irradiar esta energía que derrocho sin ninguna mesura, trabajando, estudiando, en la cocina, haciendo mi cama o deshaciendo la de otro... me estoy dando cuenta que necesitaba decir todo esto en voz alta...

Es buena usted doctora... Freud a su lado... un ATS...
¿Tiene fuego?